Miércoles, Pascua VII

Oración Matutina Diaria


¡Aleluya! Cristo ha resucitado
¡Es verdad! El Señor ha resucitado. ¡Aleluya!

Invitatorio y Salterio

Señor, abre nuestros labios.
Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

¡Aleluya! Es verdad, el Señor ha resucitado: vengan y adorémosle. ¡Aleluya!

Cristo Nuestra Pascua Pascha nostrum
Corintios 5:7-8; Romanos 6:9-11; Corintios 15:20-22

¡Aleluya!
Cristo, nuestra Pascua, se ha sacrificado por nosotros. *
¡Celebremos la fiesta!
No con la vieja levadura, la levadura de malicia y de maldad, *
sino con el pan ázimo de sinceridad y verdad. ¡Aleluya!

Cristo, siendo resucitado de los muertos, ya no muere; *
la muerte ya no tiene señorío sobre él.
Su muerte fue un morir al pecado de una vez para siempre, *
mas su vida es un vivir para Dios.
Así también ustedes, considérense muertos al pecado, *
pero vivos para Dios en Jesucristo nuestro Señor.
¡Aleluya!

Cristo ha sido resucitado de los muertos, *
primicia de los que durmieron;
Porque habiendo venido por un hombre la muerte, *
también por un hombre vino la resurrección de los muertos.
Pues así como en Adán mueren todos, *
así también en Cristo todos serán vivificados. ¡Aleluya!

Salmo 101
Misericordia y justicia cantaré; *
a ti cantaré alabanzas, oh Señor.
Me esforzaré por seguir un camino intachable; ¿cuándo vendrás a mi? *
Andaré con sencillez de corazón dentro de mi casa.
No pondré delante de mis ojos cosa indigna; *
aborrezco a los malhechores; no se quedarán conmigo.
Corazón perverso alejaré de mí; *
no conoceré el mal.
A los que en secreto difaman a su prójimo, haré callar; *
ojos engreídos, corazones arrogantes, no los puedo soportar.
Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que vivan conmigo; *
sólo los que siguen un camino intachable me servirán.
No habitarán en mi casa los que hacen fraudes, *
y cuantos hablan mentiras no durarán en mi presencia.
Pronto destruiré a todos los malvados de la tierra, *
para extirpar de la ciudad del Señor a todos los malhechores.

Salmo 109
Oh Dios de mi alabanza, no calles; *
porque la boca del malvado, la boca del engañador,
se ha abierto contra mí.
Me hablan con lengua mentirosa, *
me rodean con palabras de odio,
me combaten sin causa.
A pesar de mi amor, me acusan; *
en cuanto a mí, yo oro por ellos.
Me devuelven mal por bien, *
y odio por amor.
Pon contra él un malvado, *
y que un acusador esté a su diestra.
Cuando fuere juzgado, salga culpable, *
y sea su apelación rehusada.
Sean pocos sus días, *
y tome otro su oficio.
Sean huérfanos sus hijos, *
y su mujer viuda.
Que sus hijos sean abandonados y mendiguen; *
sean echados de las ruinas de sus hogares.
Que el acreedor se apodere de todo lo que tiene, *
y extranjeros saqueen sus ganancias.
Que nadie le muestre clemencia, *
y ninguno se compadezca de sus huérfanos.
Que su posteridad sea exterminada, *
y borrado su apellido en la siguiente generación.
Que la maldad de sus padres se recuerde ante el Señor, *
y el pecado de su madre no sea borrado;
Que su pecado esté siempre presente delante del Señor; *
mas su memoria arranque de la tierra;
Porque no se acordó de hacer misericordia, *
sino persiguió al pobre y menesteroso,
y al atribulado buscó para darle muerte.
Amó la maldición: recaiga sobre él; *
despreció la bendición: que se aparte de él.
Se vistió de maldición como de un traje; *
que le cale como agua hasta las entrañas,
y como aceite hasta los huesos.
Séale como el manto con que se envuelve, *
como el cinturón que lo ciñe siempre.
ea éste el pago del Señor a los que me acusan, *
a los que me calumnian.
Pero tú, oh Señor mi Dios,
favoréceme por amor de tu Nombre: *
líbrame por la ternura de tu bondad;
Porque soy pobre y menesteroso, *
y mi corazón está herido dentro de mí.
Desaparezco como la sombra cuando se alarga, *
me sacuden como a la langosta.
Mis rodillas están debilitadas por no comer, *
estoy flaco y descarnado.
He llegado a ser oprobio para ellos; *
cuando me ven, menean la cabeza.
Ayúdame, oh Señor mi Dios; *
sálvame por tu misericordia.
Reconozcan que ésta es tu mano, *
que eres tú, oh Señor, quien lo ha hecho.
Podrán maldecir, pero tú bendecirás; *
que sean avergonzados los que se levantan contra mí,
y se regocijará tu siervo.
Sean vestidos de infamia los que me acusan, *
sean envueltos de vergüenza como con un manto.
Yo daré gracias al Señor con voz potente; *
en medio de la muchedumbre le alabaré;
Porque él se pone a la diestra del pobre, *
para salvar la vida de los que le condenarían.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Las Lecciones

Isaías 4:2-6
Aquel día, el Brote de Yavé será ornamento y gloria de los salvados de Israel; el Fruto de la tierra será su orgullo y esplendor. A los que queden de Sión y al resto de Jerusalén se los llamará santos, pues sus nombres fueron escritos para que tengan vida en Jerusalén. El Señor viene para lavar de sus inmundicias a las hijas de Sión, y para limpiar a Jerusalén de la sangre que ha sido derramada en ella, con el soplo de su justicia que es un soplo de fuego. Entonces habrá sobre el cerro Sión y sobre su Asamblea santa, una nube de día y como resplandor de fuego llameante por la noche. La Gloria de Yavé se extenderá por encima como un toldo o una tienda, para dar sombra contra el calor del día, refugio y amparo contra el temporal.

Tercer Cántico de Isaías Surge, illuminare
Isaías 60:13, 11a, 14c, 18-19

Surge, ilumina, pues ha llegado tu luz, *
y la gloria del Señor sobre ti ha amanecido.
Mira cómo las tinieblas cubren la tierra, *
y densa oscuridad a los pueblos.
Mas sobre ti amanece el Señor, *
y su gloria aparece sobre ti.
Correrán las naciones a tu luz, *
y los reyes a la claridad de tu alborada.
Abiertas de continuo estarán tus puertas; *
ni de día ni de noche se cerrarán.
Te llamarán la Ciudad del Señor, *
la Sión del Santo de Israel.
No se oirá más de violencia en tu tierra, *
ni de ruina o destrucción en tus fronteras.
Llamarás a tus murallas, Salvación, *
y a tus puertas, Alabanza.
El sol no será para ti ya más tu luz del día, *
ni de noche necesitarás el lustre de la luna.
Tendrás al Señor por luz eterna, *
y tu Dios será tu gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Efesios 4:1-16
Yo, «el prisionero de Cristo», les exhorto, pues, a que se muestren dignos de la vocación que han recibido. Sean humildes y amables, sean comprensivos y sopórtense unos a otros con amor. Mantengan entre ustedes lazos de paz y permanezcan unidos en el mismo espíritu: un solo cuerpo y un mismo espíritu, pues ustedes han sido llamados a una misma vocación y una misma esperanza. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todo, lo penetra todo y está en todo. Cada uno de nosotros ha recibido su talento y Cristo es quien fijó la medida de sus dones para cada uno. Pues se dijo: Subió a las alturas, llevó cautivos, y dio sus dones a los hombres. Esto de subió, ¿qué significa sino que bajó al mundo inferior? El mismo que bajó, subió después por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y dio sus dones, unos son apóstoles, otros profetas, otros evangelistas, otros pastores y maestros. Así prepara a los suyos para las obras del ministerio en vista de la construcción del cuerpo de Cristo; hasta que todos alcancemos la unidad en la fe y el conocimiento del Hijo de Dios y lleguemos a ser el Hombre perfecto, con esa madurez que no es otra cosa que la plenitud de Cristo. Entonces no seremos ya niños zarandeados y llevados por cualquier viento de doctrina o invento de personas astutas, expertas en el arte de engañar. Por el contrario, estaremos en la verdad y el amor, e iremos creciendo cada vez más para alcanzar a aquel que es la cabeza, Cristo. El hace que el cuerpo crezca, con una red de articulaciones que le dan armonía y firmeza, tomando en cuenta y valorizando las capacidades de cada uno. Y así el cuerpo se va construyendo en el amor.

Cántico de Zacarías Benedictus Dominus Deus
San Lucas 1:68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, *
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
Suscitándonos un poderoso Salvador *
en la casa de David su siervo,
Según lo había predicho desde antiguo *
por boca de sus santos profetas.
Es el Salvador que nos libra de nuestros enemigos,
y de la mano de todos los que nos odian,
Realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, *
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán;
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos, *
le sirvamos con santidad y justicia
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, *
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, *
Anunciando a su pueblo la salvación, *
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, *
nos visitará el sol que nace de lo alto,
Para iluminar a los que viven en tinieblas y
en sombra de muerte, *
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

A
Señor, muéstranos tu misericordia;
Y concédenos tu salvación.
Reviste a tus ministros de justicia;
Que cante tu pueblo de júbilo.
Establece, Señor, la paz en todo el mundo;
Porque sólo en ti vivimos seguros.
Protege, Señor, a esta nación;
Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.
Que se conozcan en la tierra tus caminos;
Y entre los pueblos tu salvación.
Señor, que no se olvide a los necesitados;
Ni se arranque la esperanza a los pobres.
Señor, crea en nosotros un corazón limpio;
Y susténtanos con tu Santo Espíritu.

Oh Dios, Rey de la gloria, que con gran triunfo exaltaste a tu único Hijo Jesucristo a tu reino celestial: No nos dejes desconsolados, mas envíanos tu Espíritu Santo para fortalecernos y exaltarnos al mismo lugar, adonde nuestro Salvador Cristo nos ha precedido; quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, en gloria
eterna. Amén.

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Señor Jesucristo, tú extendiste tus brazos amorosos sobre el cruel madero de la cruz, para estrechar a todos los seres humanos en tu abrazo salvador: Revístenos con tu Espíritu de tal manera que, extendiendo nuestras manos en amor, llevemos a quienes no te conocen a reconocerte y amarte; por el honor de tu Nombre. Amén.
Puede seguir intercesiones y acciones de gracias

Oración de San Juan Crisóstomo
Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 2 Corintios 13:14


Oficio para el Mediodía

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 126 In convertendo
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, *
éramos como los que sueñan.
Entonces nuestra boca se llenó de risa, *
y nuestra lengua de gritos de alegría.
Y decían entre las naciones: *
"Ha hecho el Señor proezas con ellos".
Proezas ha hecho el Señor con nosotros, *
y estamos sumamente alegres.
Tú, oh Señor, has cambiado nuestra suerte, *
como los torrentes del Neguev.
Los que sembraron con lágrimas, *
con gritos de alegría segarán.
Los que van llorando, llevando la semilla, *
volverán entre cantares, trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi Nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi Nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi Nombre entre las naciones, dice el Señor de los ejércitos. Malaquías 1:11
Demos gracias a Dios.

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración;
Y llegue a ti nuestro clamor.

Bendito Salvador, en esta hora colgabas en la cruz, extendiendo tus brazos amorosos: Concede que todos los pueblos de la tierra miren hacia ti y sean salvos; por tu entrañable misericordia. Amén.

Se puede ofrecer intercesiones libres.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.