Martes, Propio 17

Oración Matutina Diaria

Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. 1 Corintios 15:57

Invitatorio y Salterio

Señor, abre nuestros labios.
Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo:
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

La misericordia del Señor es para siempre: vengan y adorémosle.

Venite Salmo 95:1-7
Vengan, cantemos alegremente al Señor; *
aclamemos con júbilo a la Roca que nos salva.
Lleguemos ante su presencia con alabanza, *
vitoreándole con cánticos;
Porque el Señor es Dios grande, *
y Rey grande sobre todos los dioses.
En su mano están las profundidades de la tierra, *
y las alturas de los montes son suyas.
Suyo el mar, pues él lo hizo, *
y sus manos formaron la tierra seca.
Vengan, adoremos y postrémonos; *
arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor;
Porque él es nuestro Dios;
nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. *
¡Ojalá escuchen hoy su voz!

Salmo 26
Júzgame, oh Señor, porque en integridad he andado; *
he confiado asimismo en el Señor sin titubear.
Escudríñame, oh Señor, y pruébame; *
examina mis pensamientos y mi corazón;
Porque tu amor está delante de mis ojos; *
he andado fielmente contigo.
No he frecuentado personas inútiles, *
ni me he asociado con los engañadores.
Aborrecí la reunión de los malhechores, *
y con los impíos nunca me sentaré.
Lavaré en inocencia mis manos, *
y así andaré alrededor de tu altar, oh Señor,
Cantando himnos de alabanza, *
y contando todas tus obras maravillosas.
Señor, la habitación de tu casa yo amo, *
y el lugar de la morada de tu gloria.
No arrebates mi alma con los pecadores, *
ni mi vida con los sanguinarios,
Cuyas manos están llenas de tramas, *
y cuya diestra está llena de sobornos.
Mas yo andaré en integridad; *
redímeme, oh Señor, y ten misericordia de mí.
Mi pie se mantiene firme en medio de los justos; *
en las asambleas bendeciré al Señor.

Salmo 28
A ti, oh Señor, clamo;
Roca mía, no me desatiendas; *
para que no sea yo, dejándome tú,
semejante a los que descienden a la fosa.
Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti, *
cuando alzo mis manos hacia tu lugar santísimo.
No me arrebates con los malos,
y con los que hacen iniquidad, *
los cuales hablan paz con su prójimo,
pero la maldad está en su corazón.
Dales conforme a su obra, *
y conforme a la perversidad de sus hechos.
Dales su merecido, *
conforme a la obra de sus manos;
Porque no atendieron a las obras del Señor,
ni a los hechos de sus manos, *
él los derribará, y no los edificará.
¡Bendito sea el Señor! *
porque ha oído la voz de mis ruegos.
El Señor es mi fortaleza y mi escudo; *
en él confía mi corazón, y fui ayudado.
Por ello salta mi corazón con júbilo, *
y con mi canción le alabaré.
El Señor es la fortaleza de su pueblo, *
el refugio de su ungido.
Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad; *
pastoréales y susténtales para siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Las Lecciones

Job 12:1, 13:3-17, 21-27
Job tomó la palabra y dijo: Pero yo quisiera hablarle al Todopoderoso y echárselo en cara a Dios.
Ustedes tal vez no son más que charlatanes,
y me traen remedios ilusorios.
¡Quién pudiera obligarlos a guardar silencio!,
eso sería el único acto sabio de ustedes.
Oigan, por favor, mis críticas
y fíjense en la defensa que pronuncian mis labios.
¿Acaso quieren defender a Dios con argumentos falsos
y justificarlo con mentiras?
¿Así, van ustedes a ponerse de su parte
y a hacer su defensa?
¿No podría ocurrir que los examinase primero
y no les fuera tan bien? El no es un hombre;
los castigaría a ustedes severamente
si favorecieran a alguien en secreto.
¿Ya no temen ustedes su Majestad
ni les asusta el terror que inspira?
Los refranes de ustedes no son más que polvo,
las murallas de ustedes son muros de barro.
¡Cállense, ahora voy a hablar yo,
y que me pase cualquier cosa!
Voy a jugarme el todo por el todo
y pongo mi vida en la balanza.
No importa que me quite la vida
quiero defender en su presencia mi punto de vista.
A lo mejor esto me salva,
pues ningún impío comparecería ante El.
¡Oigan bien lo que les digo,
pongan atención a mis explicaciones!
saca tu mano que tienes puesta sobre mí
y no me asustes más con tu terror.
En seguida, exprésate y yo responderé,
o mejor, yo hablaré y tú me rectificarás.
¿Cuántas faltas y pecados tengo?
¿Cuál ha sido mi transgresión o mi ofensa?
¿Por qué me vuelves la cara
y me tratas como a un enemigo tuyo?
¿Quieres asustar a una hoja que arrastra el viento
o perseguir a una paja seca,
tú, que dictas contra mí amargas sentencias
y que me achacas los pecados de la juventud,
que colocas cadenas en mis pies
o que vigilas todos mis pasos
observando las huellas de mis pies?

Cántico de Alabanza Benedictus es, Domine
Daniel (dc) 3:26, 52-56

Bendito eres tú, Señor Dios de nuestros padres; *
digno de alabanza, eres bendito.
Bendito el fulgor de tu santo Nombre, *
alabado y exaltado sobre todo para siempre.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria, *
en el trono de tu reino eres bendito.
Bendito eres, sentado sobre querubines, *
alabado y exaltado sobre todo para siempre.
Bendito tú, que sondeas los abismos; *
en la bóveda celeste eres bendito.
Bendito tú: Padre, Hijo y Espíritu Santo, *
alabado y exaltado sobre todo para siempre.

Hechos 12:1-17
Por aquel tiempo el rey Herodes decidió apresar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Hizo matar a espada a Santiago, hermano de Juan, y, al ver que esto agradaba a los ju díos, mandó detener también a Pedro: eran precisamente los días de la fiesta de los Panes Azimos. Después de detenerlo lo hizo encerrar en la cárcel bajo la vigilancia de cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno, pues su intención era juzgarlo ante el pueblo después de la Pascua. Y mientras Pedro era custodiado en la cárcel, toda la Iglesia oraba incesantemente por él a Dios. Llegaba el día en que Herodes iba a hacerlo comparecer; aquella misma noche Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas, y otros guardias custodiaban la puerta de la cárcel. De repente la celda se llenó de luz: ¡estaba el ángel del Señor! El ángel tocó a Pedro en el costado y lo despertó diciéndole: «¡Levántate en seguida!» Y se le cayeron las cadenas de las manos. El ángel le dijo en seguida: «Ponte el cinturón y las sandalias.» Así lo hizo, y el ángel agregó: «Ponte el manto y sígueme.» Pedro salió tras él; no se daba cuenta de que lo que estaba ocurriendo con el ángel era realidad, y todo le parecían visiones. Pasaron la primera y la segunda guardia y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió sola. Salieron y se metieron por un callejón, y de repente lo dejó el ángel. Entonces Pedro volvió en sí y dijo: «Ahora no cabe duda: el Señor ha enviado a su ángel para rescatarme de las manos de Herodes y de todo lo que proyectaban los judíos contra mí.» Pedro se orientó y fue a casa de María, madre de Juan, llamado también Marcos, donde muchos estaban reunidos en oración. Llamó a la puerta, y fue a atender una muchacha llamada Rodesa. Reconoció la voz de Pedro, y fue tanta su alegría, que en vez de abrir la puerta entró corriendo a contar que Pedro estaba a la puerta. Los demás le dijeron: «¡Estás loca!» Como ella seguía insistiendo, ellos dijeron: «Será su ángel.» Pedro seguía llamando. Cuando abrieron y vieron que era él, se quedaron sin palabras. Les hizo señas con la mano pidiendo silencio, y les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. En seguida les dijo: «Comuniquen esto a Santiago y a los hermanos.» Luego salió y se fue a otro lugar.

Cántico al Cordero Dignus es
Apocalipsis 4:11; 5:9-10, 13

Digno es, Señor nuestro Dios, *
atribuirte la gloria, el honor y el poder;
Porque tú has creado el universo, *
y por tu voluntad existió y fue creado.
Y digno es atribuir lo mismo a ti, Cordero inmolado, *
porque con tu sangre compraste para Dios,
De toda raza, lengua, pueblo y nación, *
un reino de sacerdotes para servir a nuestro Dios.
Por tanto, al que está sentado en el trono, *
y a Cristo el Cordero,
Sean adoración y honor, gloria y señorío, *
por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

A
Señor, muéstranos tu misericordia;
Y concédenos tu salvación.
Reviste a tus ministros de justicia;
Que cante tu pueblo de júbilo.
Establece, Señor, la paz en todo el mundo;
Porque sólo en ti vivimos seguros.
Protege, Señor, a esta nación;
Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.
Que se conozcan en la tierra tus caminos;
Y entre los pueblos tu salvación.
Señor, que no se olvide a los necesitados;
Ni se arranque la esperanza a los pobres.
Señor, crea en nosotros un corazón limpio;
Y susténtanos con tu Santo Espíritu.

Señor de todo poder y fortaleza, autor y dador de todo bien: Injerta en nuestros corazones el amor a tu Nombre, acrecienta en nosotros la verdadera religión, nútrenos con toda bondad, y produce en nosotros los frutos de buenas obras; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Señor Jesucristo, tú extendiste tus brazos amorosos sobre el cruel madero de la cruz, para estrechar a todos los seres humanos en tu abrazo salvador: Revístenos con tu Espíritu de tal manera que, extendiendo nuestras manos en amor, llevemos a quienes no te conocen a reconocerte y amarte; por el honor de tu Nombre. Amén.
Puede seguir intercesiones y acciones de gracias

Oración de San Juan Crisóstomo
Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 2 Corintios 13:14

Oficio para el Mediodía

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 121 Levavi oculos
Levanto mis ojos a los montes; *
¿de dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene del Señor, *
que hizo los cielos y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie, *
ni se dormirá el que te guarda.
He aquí, el que guarda a Israel *
no se adormecerá ni dormirá.
El Señor es tu guardián, *
el Señor es tu sombra a tu diestra.
El sol no te hará daño de día, *
ni la luna de noche.
El Señor te guardará de todo mal; *
él guardará tu vida.
El Señor guardará tu salida y tu entrada, *
desde ahora y para siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación. 2 Corintios 5:17-18
Demos gracias a Dios.

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración;
Y llegue a ti nuestro clamor.

Bendito Salvador, en esta hora colgabas en la cruz, extendiendo tus brazos amorosos: Concede que todos los pueblos de la tierra miren hacia ti y sean salvos; por tu entrañable misericordia. Amén.

Se puede ofrecer intercesiones libres.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.